¿Cómo aceptamos sin protestar unas exigencias laborales cada vez más duras, aún sabiendo que ponen en peligro nuestra integridad mental y psíquica? ¿ Por qué miramos hacia otro lado ante la suerte de los parados y los "nuevos pobres"? ¿Cómo se tolera la humillación resignada que se presenta de forma cotidiana en tantos lugares de trabajo?
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